Mi propio diablo

Sólo años de auto observación paciente y estable pueden revelar la verdadera belleza del diablo. La mayor parte de mi vida me creí un hombre débil, feo, cobarde y deshonesto. Pero esto era la observación intensa a mi diablo, que es el odio a uno mismo, alimentado por el temor al abandono, eso me condujo a buscar ayuda profesional para bucear en su naturaleza y en los sentimientos más profundamente escondidos que lo motivaron. Entonces salió a flote su verdadera belleza. Finalmente vi que esa parte de mí, que odiaba y temía, tenía una integridad tremenda, que se rehusaba a ceder ante cualquier tipo de presión, y enorme era su valor de cara a la oposición, y que era allí donde se había guardado mi verdadera fuerza interior, y había sido protegida de la depredación de la dura  e instigadora realidad exterior de la niñez.

Su belleza fue un choque, una gran sorpresa para mí. Y comencé a tener un gran respeto y gratitud por esta estructura de fortaleza, que en el fondo era un niño descorazonado, creada por la necesidad en mi temprana edad en la Tierra. Esta estructura tenía una astucia animal notable y una inteligencia de supervivencia suprema. Es mi amiga y aliada y me ha acompañado en las tormentas internas más impetuosas. Es leal y constante y capaz de servir a mi trabajo interior como un factor de recuerdo interno, consistente y confiable. Mi más grande honor e integridad se escondían donde menos quería ver. Ese es punto de partida.

Fertilizante para la Consciencia

Entonces, uno puede comenzar a mirar al diablo de otra manera, desde otro punto de vista, con una actitud distinta. Uno puede comenzar a ver en realidad al “punto ciego” como fuente nutriente –un fertilizante que alimente y ayude a que crezca el amor imparcial.

Los indios americanos no plantaban arando el suelo, afectando al sistema de raíces que contenía a los nutrientes y al agua, sino que utilizaban una vara para plantar –una larga vara con una punta afiliada. Mientras una persona hacía un agujero en el suelo con esta vara, otra, a menudo su hija, lo seguía con una bolsa de semillas. Ella colocaba una semilla de la bolsa en el agujero que hacía el que plantaba. Una tercera persona, a menudo otro niño, los seguía con una canasta que contenía pescado. Cortaba un trozo de pescado y lo colocaba en el agujero junto a la semilla, y luego los cubría. De esta forma, el pescado servía de fertilizante para la semilla y permitía que creciera una planta fuerte. Del mismo modo, el punto ciego es el fertilizante, que se nos da desde el interior, bien deliberadamente, para que fertilice el crecimiento de la consciencia*, que sirve al amor imparcial.

En otras palabras, las leyes de la física Newtoniana se aplican a este proceso. La primera ley de la materia, que es la ley de la energía –siendo la materia energía- dice que “la energía no puede ni crearse ni destruirse, sólo transformase”. Deseo cambiar aquí la palabra “transformarse” por “transferirse”. Es lo que sucede con la fuerza enérgica de mi rasgo principal cuando mantengo mi sitio y no me identifico con él. Esa energía debe ir a alguna parte, y cuando no se la utiliza en la identificación, se transfiere a otra fuerza interna, que podemos llamar “consciencia”. Se convierte en el fertilizante que alimenta algo superior en nosotros. La Consciencia se alimenta del punto ciego. El no reaccionar ante mi punto ciego es ser responsable de mi vida. Me permite tomar y llevar mi propia cruz.

Hay que alimentar la consciencia para que crezca. De esta forma, el rasgo principal es un regalo Divino que permite la conexión de una línea directa de comunicación con lo Divino en nosotros. Lo que parecía un defecto es ahora algo invalorable, algo que tiene valor real para el crecimiento y la maduración. Es un corrimiento en el contexto, un cambio de actitud en el que uno se vuelve responsable de su mundo interior, y no una víctima de éste.

Así que ¡ocúpate de tus asuntos¡ El rasgo principal, o punto ciego, no es asunto tuyo. Está compuesto por la historia personal, y ésta no te pertenece. Le pertenece a los mamíferos y es asunto de ellos. Tu asunto es no interferir con la energía por medio de la identificación, sino permanecer en tu sitio y permitir a la energía, que es el punto ciego, es un fenómeno energético, pase por el sistema nervioso central sin interferencia.

El punto ciego es ese lugar que se creó en mí cuando era un niño, donde esconder y proteger a mi amor para que no lo roben o lastimen. Entonces, toda la energía de mi amor se almacenó en el punto ciego para que “ellos” no me lo quitaran. Así es como me encerré y tomé una postura interna defensiva, desarrollando una estrategia, para evitar la relación, que entonces llamé e identifiqué como “yo mismo”. Al aceptar este fenómeno energético sin juicio, permitiendo que tenga su sitio en mí, se libera la energía del punto ciego. Ya no es contenida, clausurada o reprimida. Entonces está disponible para que el cuerpo la procese y transforme, siguiendo la primera ley de la energía.

Al no interferir con esta energía, tomándola para que establezca la agenda del rasgo principal, el punto ciego se convierte en una ofrenda de sacrificio a Dios. Una parte de esta energía se transfiere a la Presencia a través del recuerdo de sí, y a la Atención por la auto observación, alimentando así al Ser y permitiéndole crecer. Al mismo tiempo, otra parte de esta energía se envía hacia arriba para alimentar lo Divino. Este es el verdadero alimento eseral. Así, ¡que ocúpate de tus asuntos! La historia personal de los mamíferos no es asunto tuyo. Es asunto de los mamíferos. El cuerpo sabe qué hacer con esta energía si no interfiero. El Ser no tiene historia personal, es sólo un fenómeno presente, por lo tanto no tiene ningún tipo de historia. Cuando acepto y sacrifico, llevo la energía del punto ciego hacia la respiración, que entonces la hace circular por el sistema nervioso central, y de allí la transforma en alimento más fino capaz de alimentar al Ser y a lo Divino.

Conclusión

Cuando corro intencionalmente este sadhana por debajo del cuello, volviendo al santuario en la zona abdominal o del plexo solar, es el punto en el cual puede ocurrir un Stop interior.

Cuando recuerdo, repito el nombre de Dios: Yogi Ramsuratkumar, Señor Jesús Cristo, Señor Krishna, así, o simplemente permanezco en el breve silencio interno.

Lo que he observado, es que cuando me vuelvo más sensible a la energía interior más sutil, la mayor de las veces al recordar este nombre santo –y debes verificarlo tú mismo-, hay una reverberación energética sutil que sube y baja por el sistema nervioso central y se siente en el cuerpo. Esta reverberación sutil por la repetición del nombre de Dios, me sugiere que ésta es una de las formas en que uno puede construir conscientemente una estructura interior, o un “segundo cuerpo”, como lo sugiere Arnaud Desjardins. Esta práctica consciente del kaya sadhana, permite al instrumento biológico humano asumir esta función superior como “aparato transformador”, como lo el señor llama E. J. Gold.

En todos estos casos como los que describo aquí, uno debe probar cuidadosa y pacientemente, verificando uno mismo lo que es verdadero, sin caer en la trampa de tomar lo que otros dicen mecánicamente, en cuyo caso posiblemente no se ganará nada valedero. Aquí no hay lo que se llama un experto, sólo un practicante como tú, un principiante que desea ser libre, con la ayuda del diablo. Es para mí muy fácil parecer dogmático y seguro, cuando lo que deseo sugerir es delicado y muy suave, más como una plegaria que como una regla rígida, una especie de danza interior y no un desfile militar.

Termino con esto que escribió Madame Ouspensky:

Todo depende de si realmente quieres, o sólo crees que quieres. El Trabajo no es vivir en una casa, estar en condiciones especiales, leer libros, venir a las charlas o escuchar lecturas. Nada de esto nos lleva en dirección al Trabajo o a la meta desde el punto de vista del sistema. La gente se divide en dos categorías –los que piensan y los que realmente quieren-. Si uno realmente quiere, uno hace. Dios nos da libertad de elección. Nadie te fuerza a hacerlo… Hasta que uno no se vea como es, y esto puede implicar mucho menos de lo que uno creía ser, uno no está en el punto de partida.

-Citado en Howarth, 431.

Los esfuerzos repetidos por un largo tiempo crearán en deseo real en mí –o lo que Madame llama “querer”. Un sentido de necesidad empezará a formarse lentamente, en los sentimientos. Es esta necesidad de los sentimientos la que da fuerza al deseo de permanecer presente. El deseo se desarrolla con el fracaso repetido, y su sufrimiento intencional colaborador. Uno debe tener el paciente valor de entrar en estrecha relación con uno mismo como todo, viendo y sintiendo tanto las flaquezas como la fortaleza sin juzgar, sino con afecto verdadero, incluso gratitud. Es la única manera en que puede crecer la Atención.

El destino es el presente –debe renovárselo constantemente con cada respiración o se perderá la conexión.

Estaba tan acomplejado, que cuando iba a un partido de football y los jugadores se amontonaban, creía que estaban hablando de mí.

-Jackie Mason.

 

Autor: Red Hawk

Fuente: Libro “El Recuerdo de Sí”