Supuestos acerca de las relaciones en astrología

Habitualmente creemos que la carta natal de una persona define su carácter, sus talentos y defectos, y nos permite predecir aquello que habrá de ocurrirle en el futuro. Y creemos que tanto las características de personalidad como el destino individual están escritos en ese mapa astrológico. No hay misterio alguno, aquello que somos y todo lo que habremos de vivir está ya fatalmente determinado, y el astrólogo es alguien que puede saberlo y comunicárnoslo.

Sin embargo, existe otra astrología para la cual las cosas no son tan simples y cada individuo simboliza un complejo misterio. Y para esta otra astrología el tema de las relaciones es fundamental.

¿De qué podría hablarnos una astrología que no nos diga “cómo son los leoninos” o “qué le va a pasar a los piscianos el próximo año”? ¿Qué información nos daría acerca de nuestros vínculos, si no es decirnos “qué signo le conviene a los taurinos” o “personas de qué signo debe evitar si usted es sagitariano”?

En esencia, esta otra forma de entender la astrología nos invita a considerar que lo que somos y lo que nos ocurre no son cosas separadas. No somos individuos a los que “les toca un destino”, con momentos de dicha y de desdicha, que podría ser controlado gracias al “sabio consejo” del astrólogo. Por el contrario, nuestro destino -los acontecimientos que vivimos y los vínculos que establecemos- revela lo que profundamente somos. En los hechos y las relaciones de nuestra vida se manifiesta lo que somos. Así, la carta natal es un mapa que permite reconocernos mientras transitamos el territorio de nuestra vida, una guía que permite  descubrirnos en aquello que nos ocurre, en las experiencias que vivimos. La carta natal no es “un manual de instrucciones de una máquina ya fabricada” que nos anticipa lo que literalmente habremos de vivir, sino que anuncia climas de vida, las distintas estaciones de nuestro ciclo vital, aportando claves para significar y darle sentido a nuestras vivencias.

Esta astrología no habrá de recomendar “qué vínculo le conviene o no le conviene”, sino que aportará algunas claves para descubrir qué profunda propuesta está trayendo a su vida ese vínculo que disfruta o que padece. Si una persona se ha hecho presente en su vida es porque allí hay información acerca de usted. No importa si fue elegida voluntariamente o su aparición fue azarosa y casual, sino que para la astrología el hecho de que ese encuentro se haya producido indica que es conveniente para determinado aprendizaje.

En una carta natal están presentes los doce signos del zodíaco, más allá de que algún signo se destaque más que otro (el signo del Sol, la Luna o el Ascendente), o nos identifiquemos más profundamente con algunas de esas naturalezas zodiacales y dejemos postergadas o no reconocidas a otras. Cada uno de nosotros contiene y participa de esa compleja trama de cualidades que dialogan entre sí. Por eso, las diferentes relaciones entre signos no sólo van a hablar de nuestros vínculos exteriores, sino que fundamentalmente van a referirse a ese diálogo entre distintos personajes internos, a partes de nuestra personalidad que se vinculan entre sí, a veces en forma amistosa, a veces con recelo, desconfianza y conflicto.

Lo que profundamente somos -nuestro ser- es el resultado de esa alta gama de relaciones internas. No somos una sola cualidad, ni somos de una sola manera. Nuestra carta natal nos dice que habitamos distintos personajes, que somos la convivencia de diversos arquetipos humanos que deben aprender a vincularse y a dialogar entre ellos, dándole espacio a cada uno para que pueda expresarse sin que eso implique la represión del otro. Nuestros desórdenes internos, nuestros conflictos y padecimientos, mucho tienen que ver con la hegemonía autoritaria de alguno de estos personajes que intenta protagonizar en forma exclusiva nuestra identidad.

Gran parte de nuestro conflicto interno, de nuestro sufrimiento personal, se origina en no permitir que se expresen naturalezas que profundamente nos constituyen, pero que han sido excluidas o reprimidas porque no confiamos en ellas, o –dicho de otro modo- porque el personaje que ha ocupado el centro de la escena dentro de nosotros cree ver en esas cualidades a un enemigo. Aceptar que esos personajes tienen derecho a ocupar el espacio que les corresponde dentro de nuestra identidad implica un alto desafío para nuestra conciencia, implica reconocer que ser más plenamente nosotros mismos exige incluir rasgos y características que, en principio, preferiríamos no reconocer. La búsqueda de plenitud exige un esfuerzo de comprensión, de saber incluir. La astrología nos invita a registrar que no somos “exclusivamente de uno modo”, sino que somos diferentes naturalezas en vínculo. No somos seres exclusivos, fijos y estáticos, sino seres vinculares, cambiantes y dinámicos.

Es probable que si abordamos el desafío de aceptar nuestra compleja naturaleza, de reconciliar personajes internos que se sienten enemigos, progresivamente se haga evidente una sensación de bienestar, de mayor paz interior. Y acaso también registremos que muchos de los conflictos con el mundo externo parecen diluirse.

En definitiva, los vínculos que establecemos en nuestra vida representan, profundamente, desafíos de transformación personal. Nos invitan a vivir más plenamente lo que somos. Y no hay modo de aceptar esa invitación sin dejar a un lado nuestra necesidad de que nos confirmen en lo que creemos ser. Esa mayor plenitud no puede ser un “cómodo agregado” a lo que creemos ser, no es algo que “se sume a lo que ya soy”, sino que resulta un descubrimiento sorprendente, muchas veces incómodo y difícil de aceptar, pero que siempre nos conduce a dar respuestas más creativas y más vitales, saliendo de la sensación de encierro y repetición.

Para la astrología, el poderoso símbolo que tienen los vínculos en nuestra vida es ese: acercarnos a lo que desconocemos de nosotros mismos.

 

Autor: Alejandro Lodi

Fuente: https://www.casaonce.com/publicaciones/articulos/supuestos-acerca-de-las-relaciones-en-astrologia-12/